lunes, 19 de diciembre de 2011

MARTA TERÁN

Me he levantado pensando en Marta y he pensado que se merecía una entrada en el blog.

A Marta no le he conocido nunca una mala cara. Seguro que tiene malos momentos, pero nunca se le ve un gesto de desagrado. Su cara está conquistada por una sincera sonrisa, por un entusiasmo contagioso y por una fuerza que es la envidia de quien la observa.

Pero ella no es sólo buena cara. Se pasa el día trabajando, prueba casi cualquier técnica, forma, color o material. Estoy segura de que en su taller tiene una producción gigantesca. Y además comparte, comparte todo lo que hace, no tiene secretos. Marta rezuma esa generosidad que nos caracterizaba a los artesanos de la arcilla cuando aún estábamos en pañales y mirando hacia el otro lado del charco. Ese compartir que estamos perdiendo en pos de una profesionalización y un ganar dinero. De un esconder secretos para que la de al lado no sepa más que yo.

¿Parece poco? Pues además pasa por blogs, galerías, redes sociales, foros y comenta habla, cuenta. ¿De dónde sale tu tiempo, Marta? ¡Cómo me gustaría gestionar así las horas!
Aunque hay algo que me parece aún más interesante, la apuesta, casi podríamos hablar de activismo de Marta por defender a los artesanos de aquí. Nos obnubilamos por aquellos que crean o enseñan en otras lenguas, nos damos patadas en el culo por nombrar artesanos de otros países cómo referente y nos olvidamos de la creatividad que tenemos en casa. Marta destierra día a día eso de ‘nadie es profeta en su tierra’.

Gracias, Marta.


I woke up thinking about Marta and I thought it she deserved a blog entry.

I’ve never seen a Marta bad face. Of course she must have bad times, but never seen a gesture of disgust. Her face is captured by a sincere smile, a contagious enthusiasm and a force that is the envy of the beholder.

But she is not just a good face. She's always working, trying almost any technique, form, colour or material. I'm sure her workshop has a huge production. And she shares, shares everything to you and has no secrets. Marta exudes the generosity that characterized the polymer clay artisans when we were still in diapers and ‘looking at the other side of the sea’. That we are losing because we are searching a professional way and make money. A secret we create because we don’t want anybody knows more than us.

Does it seem little? In addition she goes through blogs, galleries, social networks, forums and she makes comments, speaks, she talks! Where does your time came from, Marta? I wish I could manage my hours as well as you!

Although there is something I find even more interesting, the stakes, could almost speak of activism to defend artisans here. We are blinded by those who create or teach in other languages, we kick in the ass by artisans in other countries name as a reference and creativity and we forget that we have them at home. Martha banishes daily mean, ‘no man is a prophet in his own land.'

Thank you, Marta.

http://arcilleando.blogspot.com/
http://www.flickr.com/photos/itxaso7/

jueves, 8 de diciembre de 2011

ANILLO / RING

Aquí va un anillo que tenía a medio montar.


Here's a ring I had almost done for a long time.

lunes, 5 de diciembre de 2011

FERIANTE SIN TIROXINA

Por Marcos Giralt Torrente

Salí de Madrid hacia Guadalajara resentido y casi alterado por dos acontecimientos recientes: una intervención quirúrgica que me había supuesto la extirpación de mi tiroides derecho y un disgusto del que sólo diré que en un sentido laxo podríamos calificar de laboral y por el que llevaba días sintiéndome injustamente tratado. La ira desatada en la que mi sordo enfado se transformó, de manera imprevista, cuando estaba apunto de tomar el avión en el aeropuerto de Barajas, parece, sin embargo, que fue culpa de mi tiroides, que, incapaz de producir las hormonas necesarias para regular diversas funciones metabólicas de mi organismo, empezó a enviar confusas señales de alarma a todas mis terminales nerviosas. Me recuerdo paseando furioso mientras despachaba por mi móvil las últimas llamadas telefónicas antes de montarme en el avión. Cualquier ligero contratiempo, cualquier roce, cualquier respuesta apresurada de los empleados de la terminal los percibía como una imperdonable agresión; la temperatura corporal se me alteró, se me dilató un ojo (sólo uno) y comenzó a parpadearme por su cuenta, desacompasado del otro. Me asusté y, si bien nadie me había advertido tras la operación que tal cosa podía sucederme mientras mi tiroides no se normalizara, tuve por fortuna la temprana clarividencia de hacer yo mismo la relación causa efecto, y, gracias a un esfuerzo de la voluntad, conseguí sosegarme.

Así llegué a Guadalajara, convaleciente, con una extraña acidez en la lengua y un hormigueo en la nuca como únicos testigos físicos de mi crisis, algo sobreexcitado todavía pero dispuesto a sujetar firmemente las bridas de mi humor, y con una tremenda necesidad de contar lo que me había sucedido. Muchas fueron mis víctimas en los primeros dos días de feria. El escritor Fernando Aramburu, con el que me encontré en una escala en Ciudad de México, mis editores Jorge Herralde y Juan Casamayor, que vinieron a mi encuentro en cuanto supieron de mi llegada, Peter Stamm y su traductor, con los que coincidí en el primer desayuno…. No bien se me acercaba alguien para saludarme o felicitarme, le lanzaba el relato de mi operación y de los extrañísimos efectos que estaba sintiendo. Es evidente que esta omnívora necesidad comunicativa formaba parte del mismo cuadro clínico y, aunque había una zona remota de mi cerebro que lo intuía, yo seguía erre que erre. Se lo conté a Guadalupe Nettel, mientras esperábamos en uno de los salones de la feria el comienzo de la presentación de su último y magnifico libro, se lo conté a sus compatriotas Carmen Boullosa, Jorge Volpi y Antonio Ortuño, se lo conté a los chilenos Arturo Fontaine, ganador del Premio de las Américas, e Isabel Mellado, a los editores Claudio López de Lamadrid y Juan Cerezo, a Eugenia Rico, a Andrés Neuman, a Santiago Roncagliolo y a Ana María Shua, se lo conté a Adam Soboczynski, que conocí en la fiesta de la editorial Tusquects, a la dueña del Gato Verde, un bar de viejos noctámbulos al que fuimos después, a no pocos distribuidores y agentes, así como a prácticamente a todos los periodistas que quisieron entrevistarme; y, si no fuera porque, preso de un ataque de timidez, salté al interior del ascensor en cuanto éste llegó, se lo habría contado a Eduardo Mendoza, que me saludó cuando esperaba en el vestíbulo de un hotel para subir junto a los editores Luis Solano y Ofelia Grande a una fiesta que se celebraba en la azotea. Tan inusitado despliegue comunicativo me ayudó a asimilar mi trastorno y casi a superarlo, a pesar de que sobre la atenta cordialidad de mis interlocutores, de sus empáticos esfuerzos por escuchar y entenderme, también advertí un brillo de incomprensión en su mirada.

Afortunadamente en la mañana del tercer día conseguí callar, cuando ya estaba a punto de hablar demasiado, ante los cándidos alumnos de una escuela técnica a la que me llevaron a disertar sobre el oficio de escritor. Pero lo cierto es que no me sosegué del todo hasta que en los pasillos de la feria y por detrás de los anaqueles de libros empezaron a surgir amigos y recién conocidos que habían sufrido lo mismo. La primera Lolita Bosch, de quien recordaba que había contado sus problemas de tiroides en su librito Japón escrito; luego su amigo Emiliano, a quien le quitaron los dos tiroides y que me dio su tarjeta y me ofreció su ayuda de experto si es que en algún momento la necesitaba, y, por último, el mallorquín Biel Mesquida, que pasó por lo mismo que yo hace un año. Sólo ellos, al referirles mi violento viaje psíquico en el aeropuerto de Barajas, supieron de qué les hablaba. Sólo el relato de sus experiencias tan parecidas me permitió descansar. Su relato y la conciencia repentina de pertenecer desde ya a una secta secreta de supervivientes que deben estar alerta siempre que viajan o que cambia de estación. Al parecer Stevenson y Leonardo da Vinci fueron de los nuestros.

Y entonces, cuando supe que no estaba solo, por fin descansé y pude concentrarme en esta feria maravillosa que se adueña durante dos semanas de la ciudad entera, de los taxis, de los hoteles, de los restaurantes… He conocido escritores que no conocía, me he reencontrado con amigos a los que llevaba tiempo sin ver, he tenido instructivas conversaciones acerca del narco y su incierta solución…, y, sobre todo, cuando mis propias obligaciones me dejaban libre, he asistido como público a cuantos actos he podido y he paseado por entre los stands repletos de volúmenes inmensos de libros, admirado, conmovido por las multitudes respetuosas, reverentes, que lo llenan todo.

Marcos Giralt Torrente (Madrid, 1968) es autor de la colección de relatos El final del amor (Páginas de Espuma, 2011). Su novela Tiempo de vida (Anagrama, 2010) mereció el último Premio Nacional de Narrativa.

sábado, 3 de diciembre de 2011

UN SUEÑO CUMPLIDO / A DREAM CAME TRUE

Se le atribuye a Oscar Wilde la conocida frase ‘Ten cuidado con lo que deseas, se puede convertir en realidad’. Dejando a un lado la veracidad o no de la autoría vengo a contaros que en este caso uno de mis sueños, deseadísimo sueño, se ha hecho realidad.

¿Qué cuál es? Pues ni más ni menos que exponer una muestra de mis piezas en una galería de arte.
En la galería Rosalía Sender (C/del Mar 19 – Valencia) podréis ver una pequeña exposición de mi última colección ‘Transparencias’.

Son piezas de arcilla polimérica, montadas con plata de ley, cobre y latón. Aquí van algunas fotografías.

Y cómo no podía ser de otra manera agradecer infinitamente la oportunidad a Nieves, Alberto, Paqui y Ángel.










Is attributed to Oscar Wilde's famous phrase, "Be careful what you wish for, it might come true." Leaving aside the veracity of the author, I come to tell you that in this case one of my dreams, a really desired dream has come true.

What is this? Well, neither more, nor less than to expose a sample of my pieces in an art gallery.

At ‘Rosalia Sender Art Gallery’ (C/ Mar 19 - Valencia) you will see a small exhibition of my latest collection 'Transparency'.

They are pieces of polymer clay, mounted with sterling silver, copper and brass. Here are some pictures.

And how could it be otherwise I want to thank Nieves, Alberto, Paqui and Ángel this incredible opportunity.